En el ámbito de la educación, la pandemia del coronavirus está empujando interesantes discusiones que van más allá del cómo enfrentar la situación de emergencia en que estamos viviendo. El hecho objetivo de tener que cerrar las escuelas por tiempos indeterminados ha obligado a las autoridades, a los docentes y a las familias a moverse masivamente a formatos de educación a distancia. A la fecha, parece haber un consenso entre los expertos de que la difícil situación que estamos atravesando puede ser aprovechada para promover ciertos cambios que desde hace mucho tiempo se venían planteando. A continuación, nos proponemos sintetizar y discutir algunas ideas que hemos identificado en el debate de la educación post-pandemia, en base a la realidad de nuestro país.
Algunos autores plantean con seguridad que la educación post-pandemia no volverá a ser como era antes. Con esta premisa, Linda Darling-Hammond resume distintos planteamientos en diez recomendaciones de política para la “era COVID 2.0”. La autora muestra por un lado que la pandemia develó nuevamente la inequidad en el acceso a tecnologías en su país, y por tanto, que es urgente asegurar conectividad a internet a toda la población. Más allá de las condiciones de infraestructura, la autora afirma que es tiempo de concretar algunas ideas referentes al enfoque de educación centrada en el estudiante que ha promovido con fuerza, junto con muchos otros expertos, desde hace años. En lo curricular, releva la importancia de incorporar aprendizaje de habilidades socioemocionales. A nivel de gestión del sistema escolar, plantea por un lado la necesidad de contar con financiamiento equitativo y suficiente para intentar subsanar las brechas socioeconómicas que profundizan la desigualdad a través de la segregación. Por otro lado, sugiere que deben impulsarse modelos de gestión comunitarios, donde la escuela fortalezca las relaciones entre los actores que la componen y sean polos de desarrollo territorial, al integrar distintos componentes culturales y sociales. En cuanto a la evaluación y la pedagogía, destaca la importancia del enfoque que se le entrega a la evaluación, mencionando la necesidad y los beneficios de contar con sistemas de evaluación formativos e integrados a experiencias de aprendizaje auténticas, y de los perjuicios de mantener pruebas estandarizadas con consecuencias para las escuelas. Muy alineado con estas propuestas, Chris Dede ofrece múltiples ejemplos de cómo los y las docentes están aprovechando el contexto actual para dejar de lado las exigencias de los currículos centrados en contenidos, para enfocarse en conectar los aprendizajes con las necesidades reales de los estudiantes, e impulsar el aprendizaje auténtico, colaborativo y basado en problemas del mundo real.
En contraste con estas visiones más bien optimistas, el finlandés Pasi Sahlberg, aún estando de acuerdo que estos cambios son necesarios, plantea que los cambios en educación son lentos y que en la situación actual prima un sentimiento de miedo, habiendo más necesidad de estabilidad y seguridad que de reformas profundas a los sistemas educacionales,. Sahlberg, en vez de plantear qué hacer, propone qué no hacer, centrándose en disminuir la presión hacia los docentes y los estudiantes, comprender que el aprendizaje es más amplio que aquello que se enseña en la escuela, y aceptar que no habrá una nueva normalidad pronto. Sahlberg hace un llamado a potenciar el liderazgo de los docentes y directivos escolares, ya que según su mirada, son ellos quienes realizan los cambios más que las políticas, y advierte sobre el complejo escenario de financiamiento de lo público que podría existir luego de la pandemia.
¿Cómo resuenan las ideas anteriores en nuestro país? Ya en la primera etapa de la pandemia, académicos como Gonzalo Muñoz y Cristián Bellei, planteaban ideas similares a los autores internacionales. Muy en línea con las discusiones y recomendaciones que resumimos más arriba, estos autores hacían un llamado a considerar la profunda desigualdad de condiciones materiales en el sistema educacional, y a quitar la presión de las pruebas estandarizadas y del abultado currículum para centrarse en lo esencial. El colegio de profesores también ha llamado a suspender el SIMCE, y ha propuesto la idea de nuclearización del currículum, promoviendo el desarrollo del pensamiento crítico mediante la integración de contenidos para enfocarse en problemáticas contextualmente relevantes. Distintas organizaciones, como universidades y fundaciones, han realizado series de recomendaciones y talleres abiertos para apoyar a las escuelas, las familias y los docentes. El MINEDUC, por su parte, ha propuesto una priorización curricular y ha publicado una serie de recomendaciones, ha diseñado plataformas, y organizado charlas sobre cómo abordar la situación actual. Después de haber anunciado que el SIMCE se mantendría, las autoridades cedieron a los cuestionamientos realizados por académicos y organizaciones docentes, decidiendo que se realizará una prueba muestral con contenidos reducidos, sólo para utilizar los resultados como diagnóstico del sistema.
En cuanto a la brecha tecnológica y las condiciones de infraestructura para acceder a conectividad, las cifras son preocupantes. En el primer decil de ingresos, sólo la mitad de los estudiantes cuenta con acceso a internet y en zonas rurales, sólo la mitad de la población lo ha usado. Por otro lado, muchas hogares (el 20%) son monoparentales, por lo que, si es que los padres o madres tienen el privilegio de teletrabajar y cuentan con acceso a dispositivos e internet, difícilmente podrán apoyar a sus hijos en los quehaceres escolares durante el día. En estas condiciones, la encuesta Docencia en la Crisis Sanitaria muestra que si bien el 62% de los docentes ha logrado mantener el contacto con sus estudiantes de forma remota (vía internet o llamadas telefónicas), sólo han logrado mantener contacto regular con la mitad de sus estudiantes. De acuerdo a los docentes encuestados, el 63% de sus estudiantes no cuenta con acceso a internet. Si bien la mayoría de los docentes mantiene conexión con sus equipos directivos, destacan la falta de apoyo para planificar y clases a distancia y para usar herramientas tecnológicas. De esta forma, la mayoría de los docentes está llevando a cabo estrategias unidireccionales de enseñanza, como el envío de guías y tareas. Un bajo porcentaje de docentes realiza actividades interactivas, tanto entre ellos con los alumnos como entre alumnos. La mitad de los docentes ha retroalimentado a sus estudiantes, y sólo un 20% ha realizado evaluaciones formativas o sumativas. En la encuesta se muestra la necesidad de acompañamiento pedagógico, reportando que menos de la mitad de los docentes lo ha recibido para planificar clases a distancia y solo un tercio ha recibido acompañamiento técnico para el uso de recursos digitales. La situación es más crítica en establecimientos municipales y Servicios Locales de Educación Pública (37% y 26% respectivamente), lo que indica que no se están aprovechando lo suficiente estructuras que podrían brindar apoyo a los docentes, como los planes locales de desarrollo profesional docente, o el sistema de asistencia técnico-pedagógica que se encuentra en el diseño de los Servicios Locales.
Desde nuestra experiencia trabajando con equipos docentes y directivos, hemos constatado los desafíos anteriormente expuestos. Hemos visto el esfuerzo con que muchos docentes y equipos directivos están intentando mantener el contacto con sus estudiantes, a pesar de la falta de infraestructura digital y las dificultades en los hogares. Es importante destacar que la adaptación de los docentes a la nueva realidad es radical, ya que implica una transformación en el corazón de su trabajo: la interacción con los estudiantes. Sin embargo, con las escuelas que trabajamos, hemos podido constatar que, como plantea Darling-Hammond y Dede, efectivamente los docentes y las escuelas están dando un salto al que difícilmente habrá vuelta atrás. Como pocas veces – la maquinaria habitual tiende a mantener el status quo – las escuelas se han visto forzadas a instalar discusiones pedagógicas profundas, abiertas y participativas sobre cómo comprometer a los estudiantes con el aprendizaje, los docentes han visto el currículum de otro modo, atreviéndose a cuestionarlo y enfocarse en lo que realmente importa a los estudiantes, y muchos han integrado metodologías innovadoras que promueven el aprendizaje significativo. Sabemos que persiste el desafío de llegar a todos los estudiantes y que la escuela por sí sola no es capaz de revertir las difíciles condiciones socioeconómicas que muchas familias están viviendo. Sin embargo, creemos que el sistema escolar está en un proceso de aprendizaje inédito, que esperamos las políticas públicas puedan apoyar y mantener en el futuro.